jueves, 17 de febrero de 2011

Novena pieza

Mi anécdota de hoy es bastante simple, pero no por eso quise dejar de agregarla. Bueno, se trató del trayecto que hice rumbo al trabajo. Normalmente, no escuchó música cuando manejo, pero esta vez había un tráfico sumamente pesando por lo que no me importó demasiado prender la radio para ver que me encontraba y podía ponerme a escuchar para distraer mi mente.

No sé cuál programa era, pero me detuve porque escuché una narración (En estos espacios, debe ser obvio que me llama la atención cualquier tipo de lectura en voz alta) así pues, detuve entonces mis dedos para dejarle en esa estación.

Hablaba de unos ancianos y la visión ellos tenían de sus nietos y viceversa. Pero más me llamó la atención aquella voz vieja y rasposa, masculina, de lo que veía del mundo. No era el clásico “En mis tiempos…” más bien, explicaba ese hombre mayor cómo enfrentaría a las cosas que le pasaban a sus nietos utilizando lo que había en esta época.

Creo que fue una joya escuchar eso, durante mis quince minutos atorado en el tráfico. La experiencia de la vida es maravillosa y de hecho, en este programa mencionaba este anciano –Le llamó así porque nunca escuché su nombre– estaba aprendiendo a manejar la computadora con ayuda de sus nietos. Me fascinaría que tuviese blog. No me imagino todo lo que podría escribir ese nombre, con el que se sentí conexión. No sé si fue una narración de un libro o parte de una vida real, porque el bendito claxon del camión de a lado no me permitió escuchar los créditos cuando regresaron de los comerciales. Pero me gustó.

Mi pieza de hoy está dedicada a toda la gente mayor. Que lucha siempre por seguir existiendo en este mundo. Buenas noches, padres de nuestros padres. Buenas noches, abuela, que hoy estás lejos. Buenas noches, noctámbulos.


Tristán.

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